“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre, y el pan que yo les voy a dar es mi carne para que el mundo tenga vida.” Juan 6: 51. |
Luego de haber ganado en el Carmelo, Elías quería morir. Jezabel lo estaba buscando para matarlo, pero Dios no iba a dejar que esto pasara. Cansado, temeroso y angustiado el gran profeta Elías exclama “Basta ya, Señor; quítame la vida…”(1 Reyes 19:4)
Dios no es indiferente a esta oración y responde a ella justo con lo que Elías necesitaba: Pan y agua. Ahora bien, ¿No hubiese sido mejor para el profeta que un ángel le dijese: “tranquilo, Jezabel ya se murió/ se convirtió/ se olvidó. No tendrás más problemas.”?
¿Cuántas veces oramos para que, milagrosamente, se vayan todos nuestros problemas? Dios nos dice que hay que enfrentarlos y nos da lo que necesitamos en ese momento. Elías necesitaba comer y beber porque el problema seguiría estando. Dios se hace presente junto a Elías para recordarle que no se olvidó de él.
Ante nuestras pruebas, sufrimientos, cansancios y frustraciones, Dios actúa y actuará en esos “pequeños” grandes detalles que nos van sosteniendo día a día.
El relato continúa dando cuenta de la providencia de Dios en esa situación de dolor. Allí, Dios da tres órdenes al profeta: Levante, come y bebe. Dios está en control. Él sabía que Elías necesitaría fuerzas para continuar con su viaje.
Dios sabe lo que necesitas.
Los problemas no desaparecerán pero ¡tranquilos! Comamos del Pan de Vida. Bebamos del agua de Cristo para no volver a tener sed jamás. Creamos en aquel que ha entregado su vida por el bienestar de nuestras almas.
Necesitamos a Jesús.