
Recordemos cada día:
– Que la Biblia es la Palabra de Dios y que nadie ni nada más que ella es nuestra norma de fe y práctica. Como dice el salmista, las Escrituras “son lámpara a nuestros pies y una luz que guía nuestro camino”. (Salmo 119:105).
– Que solamente Cristo salva. La obra de Jesús es perfecta, completa y suficiente. No hay otro mediador ni otro salvador. ¡Jesús nos basta, Su obra es absoluta!
– Que la salvación es un regalo de Dios. Somos salvos por gracia, ya que de ninguna otra manera podríamos acceder a la presencia de Dios. ¡Vivamos agradecidos por haber recibido un regalo tan grande!
– Que la salvación es por fe y no por obras. Nuestros actos son en gratitud a lo que Dios hizo por nosotros, y para testimonio de su amor hacia nosotros. Pero solamente por medio de la fe recibimos la perfecta gracia de Dios.
– Que solamente Dios es digno de toda la gloria y toda la honra. El poder y la alabanza son para Aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable. Sin dudas, los actos de Martin Lutero fueron nobles y heroicos. Sumémonos al desafío de proclamar estas verdades en toda ocasión y ¡demos gracias a Dios!